es mucho más que ser un ciudadano
de una parte del mundo. Ser norcoreano
implica –como en el caso de un indio,
aunque con marcadas diferencias en
el sistema de castas– ser sujeto de un
determinismo social –y político– que
decide el destino, la clase y las oportunidades
de alimentarse, recibir educación, encontrar
un empleo o simplemente vivir.
El País, 14-12-2013.
Marc Vicens, 2013. |