se comunicaba por emisiones de la mente, como
lo hacen los animales y las plantas. Cuando
recurrió a los sonidos y a los gestos y movimientos
de las manos para comunicarse, empezó a perder
el don de la telepatía, lo que acentuó al encerrarse
en las ciudades alejándose de la naturaleza.
Roberto Bolaño, 2666.