para situarse en un plano aparentemente desasido donde la música queda
en absoluta libertad, así como la pintura sustraída a lo representativo queden en
libertad para no ser más que pintura. Pero entonces, dueño de una música que
no facilita los orgasmos ni las nostalgias, de una música que me gustaría
llamar metafísica, Johnny parece contar con ella para explorarse, para morder
en la realidad que se le escapa todos los dias.
Julio Cortázar, El perseguidor.
Los relatos, 3. Alianza Editorial, 1985.
Charlie Parker, Lover Man
Marc Vicens, 2014. |