que es mortal, y mientras aguardo ese destino las horas nacen peculiares,
convergentes, presagiando asuntos importantes y delicados que no llegan,
no, acumulan pronósticos errados, resultado de haberlo calculado todo,
porque lo hermoso no se calcula, me digo (es incalculable), se pisa una
sola vez y ya se gasta, aunque, eso sí, no se olvide, nunca.
Agustín Fernández Mallo, Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7
del Tractatus, Alfaguara, 2012.
Marc Vicens, 2012. |