a los soldados, a las damas, al monopolio o a las cartas,
no admiten otra posibilidad que la victoria. Cuando ésta
se revela imposible, tratan de rescatarla con alguna estratagema,
abandonan el juego antes de que se defina o proponen otro en
el que están seguros de ganar. Pero con el tiempo llegan a comprender
que también existe la derrota. Entonces su visión de la vida se ensancha,
pero en el sentido de la sombra y el desamparo, como para aquel que,
habiendo siempre dormido de sol a sol, despertara una vez a mitad
de su sueño y se diera cuenta que también existe la noche.
Julio Ramón Ribeyro, Prosas apátridas.
Editorial Seix Barral, 2007.
Marc Vicens, 2015. |