Se regían por normas ancestrales. Nacían, crecían en el arroyo,
empezaban a trabajar a los doce años, pasaban por un breve período
de belleza y deseo sexual, se casaban a los veinte años, empezaban
a envejecer a los treinta y se morían casi todos ellos hacia los sesenta años.
El duro trabajo físico, el cuidado del hogar y de los hijos, las mezquinas
peleas entre vecinos, el cine, el fútbol, la cerveza y sobre todo,
el juego, llenaban su horizonte mental.
No era difícil mantenerlos a raya.
George Orwell, 1984.