dimarts, 25 de setembre del 2012

Dos cares

Ciudades. Siempre són dos, idénticas y a
la vez muy distintas entre sí, superpuestas
en el mismo espacio, como las ciudades 
sucesivas que excavan los arqueólogos en 
el mismo solar, estratos de ruinas apilados
los unos sobre los otros. Está la ciudad 
desconocida del primer o de los primeros 
días y otra ciudad que ya es familiar. En
la primera las cosas flotan sin orden, aparecen,
desaparecen, se pierden, se encuentran de
golpe inesperadamente al doblar una esquina.
Es la que se explora con la ayuda de un mapa:
es esa ciudad de los viajeros perdidos que
desdoblan y despliegan un mapa y no encuentran
correspondencia entre lo que en el mapa está 
tan claro y la confusión en la que se han extraviado.
En la segunda ciudad reina el orden y aunque no 
se vea su final las calles conducen siempre a los 
mismos sitios. Son como las dos caras de la
mujer amada de las que habla Proust: cuando
Charles Swann mira a Odette un día antes o 
unos minutos antes de estar enamorado de ella
dice Proust que la está viendo de verdad por
última vez.

Antonio Muñoz Molina. Para un diccionario básico.
El País, 15.09.12.


Marc Vicens, 2012.