la vez muy distintas entre sí, superpuestas
en el mismo espacio, como las ciudades
sucesivas que excavan los arqueólogos en
el mismo solar, estratos de ruinas apilados
los unos sobre los otros. Está la ciudad
desconocida del primer o de los primeros
días y otra ciudad que ya es familiar. En
la primera las cosas flotan sin orden, aparecen,
desaparecen, se pierden, se encuentran de
golpe inesperadamente al doblar una esquina.
Es la que se explora con la ayuda de un mapa:
es esa ciudad de los viajeros perdidos que
desdoblan y despliegan un mapa y no encuentran
correspondencia entre lo que en el mapa está
tan claro y la confusión en la que se han extraviado.
En la segunda ciudad reina el orden y aunque no
se vea su final las calles conducen siempre a los
mismos sitios. Son como las dos caras de la
mujer amada de las que habla Proust: cuando
Charles Swann mira a Odette un día antes o
unos minutos antes de estar enamorado de ella
dice Proust que la está viendo de verdad por
última vez.
Antonio Muñoz Molina. Para un diccionario básico.