ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.
Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría
después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura
rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo.
Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se
saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.
Juan Rulfo, Nos han dado la tierra.
El Llano en llamas, 1953.
Marc Vicens, 2013. |