trimestrales ni rendimientos anuales y no solicitaba prórrogas.
No antedataba documentos, ni creaba sociedades o fundaciones,
ni abría cuentas secretas ni utilizaba los mecanismos que ponían
a su disposición las jurisdicciones extraterritoriales. No ejercía
la protesta política ni la religiosa. No era un nihilista que rechazara
todos los valores y todo lo establecido. Era completamente transparente.
No pagaba, y ya está. Era una especie de letargo, decía, el mismo
que lleva a otras personas a no lavar los platos o no hacer la cama.
Don DeLillo, El ángel Esmeralda.
Traducció Ramón Buenaventura
Editorial Seix Barral, 2012.
Marc Vicens, 2015. |