y que la máquina siguiera sola (porque escribo a máquina),
sería la perfección. (...)
Pero de tonto sólo tengo la suerte, y sé que si me voy,
esta Rémington se quedará petrificada sobre la mesa con
ese aire de doblemente quietas que tienen las cosas movibles
cuando no se mueven. Entonces tengo que escribir.
Julio Cortázar, Las babas del diablo.
Pasajes, 3.
Alianza Editorial, 1985.
Marc Vicens, 2015. |